MANGLARES: RIÑONES ECOLÓGICOS AL SERVICIO DEL FILTRADO DEL AMBIENTE

por | Mar 1, 2018 | AMBIENTE Y CONSERVACIÓN | 0 Comentarios

Arturo Barrios

Ilustarción de Ada Peña.

Pulmón natural es un término que ha sido utilizado para referirse a aquellos espacios naturales ricos en vegetación que reciben el dióxido de carbono de las ciudades y lo transforman en oxígeno, favoreciendo la salud ambiental. Sin embargo, los espacios verdes de las ciudades no son los únicos con cualidades para el bienestar de las personas.

Los ecosistemas de manglar también poseen procesos ecológicos de altísima importancia, funcionando como un gigantesco riñón. Los ríos actúan como venas continentales y los manglares actúan como filtros capaces de capturar sedimentos arrastrados por las corrientes. De esta manera, el ecosistema de manglar recicla los  desechos, mantiene los nutrientes dentro del sistema y provee  recursos naturales, tales como agua y productos alimenticios; de los cuales se pretende sacar el mayor provecho posible de forma continua .

Manglares del Parque Nacional Laguna de la Restinga, Isla Margarita, Venezuela. Crédito de la foto: Enzo861 para Wikipedia.

 

Pero, ¿qué diferencias tienen estos ecosistemas de otros? o ¿cuáles son las características predominantes en estos ecosistemas? Por una parte, las condiciones de humedad son producto de los aportes del mar, la tierra y aguas continentales y, principalmente, el tipo de vegetación que predomina y otorga su nombre: el mangle. Los mangles son un grupo de árboles con características únicas entre las que se pueden destacar sus extravagantes raíces. Ellas forman una intrincada red que amortigua la fuerza de las olas, controla la erosión y mantiene los recursos dentro de los espacios del manglar. Al mismo tiempo, ofrecen gran diversidad de nichos, como áreas de refugio y crianza, a su fauna asociada; que incluye diversas especies de invertebrados y peces. Esta fauna, a su vez, constituye el alimento y la fuente de ingresos de pescadores en estas regiones.

De igual manera, estos ecosistemas son capaces de mantener un equilibrio ecológico importante. Desde la producción de materia vegetal, pasando por la captura y reciclaje de nutrientes, hasta llegar a la formación del suelo. La colaboración de diferentes animales herbívoros, carnívoros y detritívoros (estos últimos se encargan de reducir los desechos a fragmentos de menor tamaño, lo que contribuye a la descomposición y al reciclado de los nutrientes) es vital en este equilibrio. Por ejemplo, los cangrejos (detritívoros) recolectan las hojas de los mangles y las transportan a sus madrigueras, esto transforma y mejora las condiciones del suelo, lo que favorece la limpieza del agua y el mantenimiento de los nutrientes dentro del ambiente.

Un ejemplo de esta maravilla ecológica se ubica en Venezuela. Situada en la costa oriental del estado Miranda, entre los municipios Páez y Pedro Gual, encontramos el Parque Nacional Laguna de Tacarigua (PNLT) con una superficie de 18.400 ha, longitud de 28 km, anchura máxima de 5 km, y separado del mar por una barra arenosa de 28,8 km de largo y 300 – 1000 m de ancho. El PNLT es soporte de una rica población de plantas y animales, además de ser considerado como el lugar ideal para la ejecución de una serie de actividades humanas que van desde la pesca de róbalos, sábalos y camarones, hasta el desarrollo de diversas actividades turísticas que incluye varias posadas que aprovechan las bellezas naturales del parque nacional.

Laguna de Tacarigua.

A pesar de ser considerada como un ambiente fértil por el dinamismo de sus aguas y la naturaleza compleja que se encuentran presentes en ellas, dentro de la laguna también se genera un gran impacto negativo. La laguna de Tacarigua recibe aportes de aguas dulces desde distintos ríos, caños y quebradas, los cuales reciben vertidos domésticos y agrícolas que alteran finalmente las condiciones químicas y físicas de la laguna.

Durante el período húmedo (mayo – diciembre) la laguna se nutre del agua de las lluvias, pero durante el periodo de sequía (enero – abril) los afluentes de la laguna disminuyen considerablemente sus cauces. Esto último provoca la acumulacion de sedimentos y la obturación de la boca (que comunica a la laguna con el mar), lo que trae como consecuencia el incremento de la salinidad de las aguas.

Ubicación del Parque Nacional Laguna de Tacarigua – Mapas de Google.

Sumado a esto, está el efecto de las actividades humanas que convierte muchos cuerpos de agua en receptores de contaminantes, alterándose el delicado ciclo ecológico que permite a las especies su alimentación y reproducción. Esto representa una seria amenaza en la conservación de la diversidad biológica, así como de los recursos naturales.

La riqueza de los recursos naturales presentes en este ecosistema lagunar y al ser un humedal de excepcional importancia como reservorio de recursos alimenticios y de biodiversidad, en un intento de preservar y proteger a largo plazo,  fue decretado Parque Nacional en el año 1974 y sitio Ramsar en 1996, sumándose así al Convenio para Uso Racional y a la Lista de Humedales de Importancia Internacional. Siendo incluido dentro del marco legal que protege los Ecosistemas de Manglar en Venezuela, por el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica De Los Espacios Acuáticos y la Ley de Zonas Costeras.

Cada día cobra más importancia la necesidad de sumar esfuerzos e implementar medidas tendentes a asegurar la existencia y la salud ambiental del parque, tales como una mejor planificación y organización, el resguardo de sus aguas, flora y fauna y, en general, el mantenimiento del orden ecológico de la laguna. La preservación de este y de todos los parques nacionales fortalecerá la ardua y noble labor de cumplir los objetivos de desarrollo sostenible, y también ayudará a mitigar los efectos del calentamiento global. La salud de nuestro planeta dependerá, en parte, del bienestar de estos riñones ecológicos.

Para saber más

  1. Ezcurra, E., Aburto, O. y Rosenzweig, L. (2009). Los riñones del mundo: porqué debemos proteger los manglares de México. Investigación ambiental ciencia y política pública. 1 (2). 202 – 206.
  2. González R, E.J., Malaver, N. y Naveda S., J.A. (2015). Los ecosistemas acuáticos y su conservación. Capítulo 6. Agua en Venezuela: Una Riqueza Escasa. Fundación Empresas Polar. Caracas – Venezuela. ISBN 978-980-379-354-8.
  3. Lugo, A. E. y Snedaker, S. C. (1974). The Ecology of Mangroves. Annual Review of Ecology and Systematics. 5(1) 39-64.

Arturo Barrios es licenciado en Biología, Universidad Central de Venezuela (2011). Actualmente es estudiante de educación de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.

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