En una de sus Crónicas Marcianas, Ray Bradbury le da vida a una familia, muerta trágicamente en un holocausto nuclear, a través de sus robots domésticos. Los cuerpos del padre, la madre y los hijos permanecen en la casa como siluetas blancas pintadas sobre una pared calcinada. En el ala de la casa aún en pie, los electrodomésticos inteligentes continúan con la rutina diaria, como si el tiempo no se hubiese detenido para ellos.
Bajo la extraordinaria pluma de Bradbury en el cuento Vendrán las lluvias suaves, los robots domésticos hablan, dan órdenes, hacen el desayuno, limpian los muebles, preparan el baño para los niños; en general, mantienen vivos los hábitos de una humanidad que se agotó, pero cuyas costumbres han trascendido a través de ellos.
Así como la casa de ese cuento es el Marte de hoy: un hábitat de máquinas que llevan nuestra identidad, la inquietud por buscar nuestro origen, por modificar el paisaje extraterrestre a nuestra imagen y semejanza, por saber si la vida es exclusiva de la Tierra o si hay otras ocurrencias en el universo. En síntesis, cumplir con nuestros deseos.
A pesar de la diversidad de fabricantes y responsables, entre otros la estadounidense NASA; la Agencia Espacial Europea, ESA; la Agencia Espacial del Reino Unido, UKSA y la rusa Roscosmos, todos estos robots tienen algo en común: son científicos. O, para ser más precisos: son auxiliares de nuestros científicos en la Tierra. Son prueba de que la humanidad que llegó a posarse sobre otros planetas del sistema solar vive una era impulsada por la ciencia.
Así comenzó la carrera por la colonización marciana a control remoto
El primer objeto hecho por el ser humano en alcanzar la superficie de Marte fue el rover (robot vehículo) ruso Mars 2. Lanzado en 1971, luego de su entrada triunfal a la atmósfera marciana, la secuencia de descenso no funcionó, según lo planificado, estrellándose en la superficie. Ese vestigio, nuestra primera contribución a la chatarrería interplanetaria, es un testimonio de que la Unión Soviética existió en la Tierra.
En 1976, la NASA logró plantar exitosamente a los robots Viking 1 y 2, ambos meteorólogos y sismólogos. Sus pequeños laboratorios funcionaron hasta principios de los 80 y, después de eso, se dedicaron a posar como esculturas, a la espera de que algún día un humano explorador se acerque y los reconozca.
Luego, hicieron su aparición en la escena marciana el Pathfinder, Spirit, Opportunity y Curiosity, todos de NASA, cuyos ingenieros parecen haber dominado el arte del amartizaje. Esta es, todavía, una difícil tarea para la Agencia Espacial Europea, quien hace un par de años estrelló el módulo de descenso Schiaparelli de la misión ExoMars (Exobiología en Marte), después de horas de tensión amplificada por el escrutinio de las redes sociales.
Un paso pequeño para los rovers y grande para la humanidad
El nuevo rover de NASA, planificado para emprender viaje a Marte en Julio de este año, se llama Perseverance, que significa perseverancia o constancia en español. ¿Qué lo hace diferente de sus antecesores? Aparte de instrumentos de medición in situ y de comunicación, Perseverance comenzará por identificar, extraer y apartar porciones de rocas y suelo, que van a esperar por misiones posteriores que asumirán el reto de su traslado a la Tierra. Esto permitirá hacer un análisis mucho más detallado y variado de la superficie del cuarto planeta.
Además, este rover tiene la complicada misión de identificar evidencia de posibles formas de vida marciana en el pasado remoto. De haber existido, ¿cómo se identificaría esta vida pasada en un planeta donde no se ha reconocido vida en el presente? Lo que los científicos buscan son ciertos patrones junto a restos de elementos y moléculas orgánicas que típicamente dejan los microbios en las rocas sedimentarias, y que no se espera encontrar en capas de roca depositadas si no ha habido presencia de la vida.
Además de todo esto, Perseverance llevará en su mochila un dron-helicóptero. Su función será hacer un mapeo del suelo a baja altura, pruebas de funcionamiento de este tipo de vehículos en ese planeta, planificación de rutas de viaje y prevención de riesgos, así como identificación de puntos de interés para su rover.
Asimismo, la misión Mars 2020 de NASA preparará el terreno para el futuro: Ensayará un método para producir oxígeno en la atmósfera marciana e identificará recursos que puedan ser aprovechables para futuros colonizadores humanos.
Debido a la pandemia de Covid19, ese gran imprevisto, La Agencia Espacial Europea, en colaboración con la agencia rusa Roscosmos, han tenido que posponer el lanzamiento se su rover astrobióloga, Rosalind Franklin para el verano del 2022. Su nombre rinde tributo a la insigne química británica cuyo trabajo fue determinante en el descubrimiento de la estructura de la molécula de ADN, componente fundamental de la vida como la conocemos en la Tierra.
El éxito de estas nuevas misiones aumentará la población de robots marcianos. A su llegada, todavía estarán en operaciones: el astrobiólogo Curiosity, y el geólogo y sismólogo Insight, ambos de NASA. Todos estos artefactos, carentes de vida biológica, participan en una carrera por ser el primero en responder la gran pregunta: ¿Hay vida fuera de la Tierra?
AGRADECIMIENTOS
Fundación Persea agradece la infinita generosidad de sus patrocinadores: Sobella Mejías, Solmar Valera, Spencer Craft, Jiří Svozilík, Leonardo Quevedo, My fit body project y Vicente Di Clemente.
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