El caso del maíz transgénico y las mariposas monarca.
Ilustración de Ada Peña
Productos de la biotecnologia moderna.
La siembra de cultivos transgénicos crece sostenidamente. En 2016 fueron 185 millones de hectáreas sembradas en el mundo, una superficie récord que ronda el 10 % de la superficie agrícola mundial. Esta tecnología complementa los métodos convencionales de mejoramiento vegetal, es una herramienta adicional para incrementar la productividad de los cultivos, disminuir el impacto ambiental y mejorar las vidas de los agricultores y consumidores. Sin embargo, como todas las tecnologías, la biotecnología no está exenta de riesgos.
Los países signatarios del Protocolo de Cartagena acuerdan la necesidad de proteger la salud humana y el ambiente de los posibles efectos adversos de los productos de la biotecnología moderna. Cada Estado se compromete en asegurar que el desarrollo, manipulación, transporte, uso, transferencia y liberación de cualquier organismo vivo modificado sea llevado a cabo en una forma tal que prevenga o reduzca los riesgos a la diversidad biológica y a la salud.
La regulación de la biotecnología agrícola tiene consecuencias socioeconómicas inmediatas y a largo plazo que pueden afectar la sustentabilidad de los ecosistemas agrícolas. Los políticos son responsables de formular regulaciones, mientras que los científicos estamos encargados de proveer y evaluar la información necesaria para tomar decisiones prudentes.
Pero ¿cómo evaluar los riesgos asociados a la liberación de organismos transgénicos? ¿Cómo se lleva a cabo una evaluación de riesgos? ¿Cómo evaluar de forma racional y científica los productos de la biotecnología moderna?
¿Están en riesgo las mariposas monarcas?
Con el objetivo de entrenar a científicos y reguladores en este asunto, el grupo de Bioseguridad del Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología en Trieste (Italia) dictó el taller “Análisis de riesgos de la liberación de organismos genéticamente modificados al ambiente”, en el que tuve el privilegio de participar. Durante cinco días estuvimos reunidos veinte profesionales de trece países evaluando los riesgos de una hipotética siembra de un determinado maíz transgénico en México.
El hipotético maíz transgénico poseía 3 genes adicionales a los 32.000 de su genoma. En conjunto, estos 3 genes hacen que el maíz sea resistente a insectos lepidópteros (mariposas) y coleópteros (escarabajos), además de ser tolerante al herbicida glifosato. Los genes introducidos venían de las bacterias Bacillus thuringiensis var. Kurstaki, de Bacillus thuringiensis var. Kumamotoensis y de Agrobacterium CP4.
Conformamos tres grupos de trabajo para evaluar separadamente algunos riesgos medioambientales, socioeconómicos y para salud. Cada grupo contó con la mentoría de dos de los organizadores del taller, expertos todos en el tema. Les contaré solamente lo que hicimos en mi grupo de trabajo y el caso particular que abordamos.
En la tormenta de ideas inicial pusimos sobre la mesa los siguientes tres riesgos: 1, cruzamientos con variedades nativas y silvestres de maíz; 2, mayor exposición de los agricultores al glifosato y 3, disminución de la población de mariposas monarcas (el maíz produce una proteína tóxica para ellas). Luego de una valoración inicial de cada escenario, optamos por evaluar el riesgo 3 sobre las mariposas monarca.
El ciclo de vida de estos insectos es único y maravilloso. Parten desde México hacia el norte, hasta Canadá; pero no de un solo tirón, sino por escalas. Y no escalas para descansar sus alas, sino escalas generacionales. Se reproducen en el camino hasta cuatro veces. Son los hijos, nietos, bisnietos y finalmente los tataranietos mariposas quienes finalizan la migración al norte. Y esa última generación de mariposas es una super generación. Mientras sus padres, abuelos, y bisabuelos vivían cuatro semanas como adultos, la super generación de tataranietos vive hasta nueve meses como adulta. Son ellas quienes emprenden el viaje de regreso al sur pero esta vez directo y sin escalas a los bosques mexicanos desde donde partieron sus tatarabuelos el año anterior. Este asombroso periplo fue apenas descubierto en 1985.
No es difícil entonces imaginar la catástrofe que sería que las mariposas monarcas estuvieran afectadas negativamente por campos de maíz tóxico para ellas. Nadie desea que eso ocurra. Nadie. Y para que ello ocurriera, las mariposas tendrían que consumir dicho maíz. Solamente en los intestinos de estos insectos, donde las condiciones de acidez son particulares, la toxina se activa y resulta dañina. En ninguna otra zona de su cuerpo. El maíz, o cualquier tejido de la planta, debe ser ingerido.
¡Pero estas mariposas no comen maíz! Ni tampoco sus hojas, ni tallos. Cuando son adultas, ellas se alimentan del néctar de flores. ¿Producen néctar las flores del maíz? Supimos que no, que ellas no producen néctar. El néctar lo utilizan las plantas que necesitan atraer insectos polinizadores, y este no es el caso del maíz. Estas plantas son polinizadas por el viento.
Si las mariposas monarca no se alimentan de las plantas ni de su néctar, ¿por qué estarían en riesgo? ¡Ah, por el polen!, pensamos. Como el polen es transportado por el viento, este pudiera alcanzar a las mariposas. Pero recuerden que el polen debe ser consumido para ser tóxico; deducimos entonces que la única forma en que las mariposas lo ingirieran sería que el polen se posara en la superficie de las hojas de la hierba algodoncillo, el alimento exclusivo de las orugas de la mariposa monarca.
Y aquí la cantidad de variables que tuvimos que abordar fue tremenda. Debimos considerar la dosis (no sería lo mismo que una oruga consumiera un grano o miles de granos de polen), la distancia que viaja el polen del maíz con el viento, la distribución de los campos de maíz transgénico y de algodoncillo, y la sincronía entre la floración (liberación del polen) con el estadio larval (orugas) de las mariposas monarca, principalmente.
Se estima que el polen del maíz puede viajar solamente hasta 200 metros más allá de la planta que lo libera; eso nos indicó que el algodoncillo debería estar muy cerca de las plantaciones para que sean una amenaza. Por otra parte, los adultos de la mariposa monarca, esa super generación de tataranietos, son los que hibernan en México y no consumen algodoncillo aquí. Ahora la amenaza es mínima y sin embargo tuvimos que seguir evaluando. Si coincidieran al mismo tiempo la floración del maíz transgénico, las poblaciones de algodoncillo en las lindes de esos campos y las orugas de mariposas monarca alimentándose ahí, ¿sería una amenaza importante para su supervivencia?
Debimos investigar si la proteína tóxica se produce también en el polen (se sabe que sí lo hace en el resto de los tejidos de la planta) y supimos que no, que el polen no contiene la proteína tóxica para las mariposas monarcas. Los genes de las bacterias insertados en el maíz no se activan en el polen. ¡Qué alivio!
Después de 3 jornadas de trabajo determinamos que sería altamente improbable que se produjera un daño a la población de mariposas monarca por el hipotético cultivo de este maíz transgénico, y que la estimación global del riesgo para este caso resultaba insignificante.
Al finalizar el taller entendí un poco más el complejo y necesario proceso de evaluación de riesgos a los que son sometidos los cultivos transgénicos antes de ser sembrados y comercializados. Terminé el taller aún más convencido de que los cultivos transgénicos proporcionan alimentos sanos y seguros para el medioambiente, ya que han pasado por un escrutinio riguroso, racional y científico de evaluación de riesgos y de bioseguridad antes de ser plantados. Es un error prohibir una tecnología que contribuye a suplir la demanda creciente de alimentos.
Para conocer otros aspectos sobre las aplicaciones tecnológicas en la agricultura, te recomiendo leer La agricultura del conocimiento.
Para saber más:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC59819/
https://www.ars.usda.gov/oc/br/btcorn/index/#bt1
Artículo publicado anteriormente en Cmasa con ligeros cambios.
Qué interesante saber cómo se evalúan los riesgos a priori, sin duda tomar en cuenta todos los procesos ecológicos debe ser abrumador. Lo poco que he sabido sobre la relación mariposa monarca-transgénicos no es tanto con el maíz, sino con la soya. Tengo entendido que los herbicidas afectan también a la soya, por lo que se utiliza una soya transgénica resistente a herbicidas para su cultivo. El riesgo obviamente no es directo por la dieta de la monarca, sino por el efecto del herbicida al algodoncillo como planta ruderal. Mi pregunta ante esto es, aunque la soya transgénica no afecta de forma directa a la monarca ¿existen evaluaciones de bioseguridad que incluyan estas posibles interacciones secundarias tras el cultivo? O tomando en cuenta que esto es más sobre prácticas agrológicas que transgénicos en sí ¿es esto algo que le compete a otro tipo de organizaciones? ¿hasta qué punto se traslapan estas evaluaciones con la agronomía puesta en práctica? Gracias
Hola Rocío, gracias por tu pregunta. Pronto el autor del artículo te va a responder. Mientras tanto, aprovecho para invitarte a escuchar nuestro podcast de hoy que es justamente sobre biotecnología en agricultura, bioseguridad y los riesgos de los cultivos transgénicos. Atenta que sale hoy. Saludos.
Hola Rocío. Gracias por tu comentario.
Absolutamente. Las evaluaciones de riesgo ambiental inclyen cualquier efecto que el herbicida pudiera ocasionar en plaantaciones vecinas o plantas silvestres. Se toman medidas estrictas de gestión de los riesgos para minimizar cualquier efecto adverso, particularmente sobre el algodoncillo. Esas medidas son particulares de cada agencia regulatoria de cada país y generalmente más de una agencia está involucrada.