Silvana Lucy Vallvé (1962 – 2006)
Reseña por Paula Bergero
A mediados de los 90, una joven e inquieta estudiante de doctorado en ciencias naturales escudriña las heces de palomas urbanas en San Juan (Argentina). No le interesan las aves, sino unos insectos que se alimentan de la sangre de estas y se refugian en sus excrementos. Está preocupada por las vinchucas (también conocidos como chipos o chinches), pues son los insectos portadores del parásito responsable de la enfermedad de Chagas.
Silvana Vallvé, la cazadora de vinchucas en palomares, comprobó cómo la existencia de palomas en los edificios de las ciudades ofrecía refugio y alimento para el desarrollo de poblaciones de estos insectos indeseables.
La tesis de Silvana, titulada Ecología de Triatoma infestans en zonas urbanas de la Provincia de San Juan, Argentina, fue un trabajo de gran relevancia porque alertó sobre la posibilidad de que el Chagas, considerada como una enfermedad rural y de ambientes pobres, pudiera volverse endémica también en las grandes ciudades gracias a la presencia de palomares en edificios y parques. En otras palabras, Silvana encontró que las palomas actuaban como nodrizas de las vinchucas.
La mirada abarcadora que la joven bióloga tuvo sobre este problema complejo fue rescatada por sus colegas, quienes reconocen que su principal contribución fue entender que el conocimiento integral de la biología del insecto vector constituía un aporte concreto para la prevención del Chagas.
También en su San Juan natal, Silvana se dedicó a otra de sus pasiones: los humedales.
En aquella época, además de ser docente universitaria, trabajaba en la Dirección de Política Ambiental de la provincia. Junto a un colega de la Oficina de Ambiente de Lavalle en la provincia de Mendoza, Herber Sosa, estudió un sistema de humedales, las Lagunas de Guanacache, que eran compartidas entre ambas provincias. Estas lagunas estaban reduciéndose peligrosamente a lo largo de los años por efecto de sucesivas sequías e inundaciones que modificaron su terreno, pero también, y fundamentalmente, por un mal manejo de los cursos de agua a nivel provincial.
Las comunidad indígena Huarpe, asentada históricamente en la zona, tenía las lagunas de Guanacache como fuente sustento, y hasta de su cultura. Los Huarpes, también llamados «laguneros», obtenían de allí el agua dulce pero también practicaban la pesca y la agricultura. En épocas en que las aguas se retiraban, cultivaban allí maíz, zapallo, melón, sandía y otras variedades de ciclo de cultivo corto. Las especies vegetales como totora, junco y junquillo se empleaban para la construcción de viviendas, balsas y enseres, y la arcilla del suelo era empleada para la alfarería característica.
Para preservar este ambiente tan diverso y valioso, fue necesario armar un sólido plan de rescate. Así, Silvana puso en juego sus saberes disciplinares para generar un documento técnico completísimo con información sobre la biodiversidad del sistema de lagunas. Con este documento, Silvana y su colega buscaron el apoyo de las autoridades de ambas provincias, pero también de la comunidad Huarpe, convenciéndolos de la necesidad de la preservación y cuidado de ese ambiente.
Las gestiones que realizaron Herber y Silvana fueron trabajosas pero finalmente lograron presentar la solicitud para que las lagunas fuesen incluidas en la Convención de Ramsar de Humedales de Importancia Internacional, y en el año 1999 se las incluyó como el séptimo –y más extenso en territorio- sitio Ramsar de Argentina. Por aquel entonces, las lagunas estaban prácticamente sin agua y por ende fue preciso presentar un sólido plan de recuperación del ambiente.
Una característica particular de la propuesta es que el rescate iba a ser puesto en práctica por los afectados directos, los laguneros. Por eso, durante los años siguientes a la aprobación del plan, Silvana mantuvo su compromiso con el proyecto y dictó varios talleres para los pobladores.
Nuevamente, Silvana abarcó el problema desde un punto de vista holístico, incluyendo lo técnico, la gestión administrativa y también la dimensión cultural.
Por su iniciativa, a Herber Sosa y Silvana Vallvé se les ha llamado: los pioneros de Guanacache.
La mirada enormemente abarcadora de Silvana incluía también la educación en ciencias. Tanto en Chagas como en preservación de humedales, Silvana desplegó la gran creatividad que poseía en el desarrollo de talleres, materiales y actividades destinadas a públicos diversos: tanto para jóvenes investigadores como para pobladores nativos y la comunidad en general.
Junto a otras dos investigadoras, se le dedicó un reconocimiento en el libro Hablamos de Chagas, escrito por docentes de la Universidad Nacional de La Plata y editado por el CONICET:
A la memoria de Pilar Nieto de Alderete, Elvira Rissech y Silvana Vallvé. Tres mujeres dedicadas a la búsqueda de caminos innovadores para hacer frente a la problemática del Chagas. Tres miradas comprometidas, humildes y apasionadas, que esperamos tengan su reflejo en estas páginas.
Fue muy querida en la comunidad. El guardaparque Guillermo Lingua, con quien trabajó en la restauración de los humedales, la recuerda con nostalgia:
(…) su alegría, su calidez y trabajo incansable, con quien gané el único premio de baile en mi vida, con una “ranchera” que compartimos una noche en Cacheuta en uno de los primero talleres sobre el tema restauración.
Sandra López, amiga y discípula de Silvana, le dedicó estas palabras:
Entre todas tus virtudes destaco la valentía. Alguien dijo “no es valiente quien no tiene ningún miedo sino quien, aún consciente del riesgo y embargado por el temor, es capaz de obrar correctamente”. Vos me inspiraste, guiaste en esto que no solo es aplicar el método científico sino el tener compromiso social. Dejaste una huella difícil de olvidar.
Además de su actividad científica, Silvana tuvo un hijo.
Silvana falleció tempranamente a los 44 años de edad, en el año 2006.
En 2015 se le otorgó el premio póstumo San Francisco de Asís al Cuidado del Ambiente, por su trabajo en las lagunas sanjuaninas, distinción que fue recibida por su esposo, también biólogo, que actualmente reside en San Juan.
Cazando vinchucas en palomares, relevando flora y fauna de humedales, conversando con huarpes laguneros, gestionando proyectos, enseñando a jóvenes científicos, Silvana Vallvé supo poner cuerpo y alma a los proyectos que encaró en su -demasiado breve- vida.
Paula Bergero es física, investigadora en Argentina (CONICET). También hace comunicación pública de ciencia (en el portal CienciaNet, en tres libros editados por el Instituto de Física La Plata, y hace un tiempo editando el Boletín de la Asociación Física Argentina). Trabaja activamente por la visibilización de las mujeres científicas, publicando colaboraciones breves en diversos medios y últimamente creando entradas de wikipedia sobre colegas argentinas.
AGRADECIMIENTOS
La Fundación Persea agradece la infinita generosidad de todos sus patrocinadores, en especial a: Carlos Ortega Sr., Sobella Mejías, Héctor Pittman Villarreal, My fit body project, Solmar Varela y Vicente Di Clemente (Estrella Gigante Roja en Patreon) .
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