Adel Khoudeir
A Rowena Hill.
Todo el Universo está en una copa de vino.
Poeta dionisíaco anónimo.
…if we look at a glass of wine closely enough we see the entire universe.
Richard Feynman
Semanas atrás, un domingo, mis contertulios poéticos Luis Moreno Villamediana, Carolina Lozada y Rowena Hill me recogieron para ir a tomar té y degustar unas tortas en El Valle, un lugar hermoso, apacible y de montañas en las afueras de Mérida. Cuál fue mi enorme sorpresa, por desconocimiento, cuando Rowena comenta que tuvo una hermana fallecida hace 37 años, a la de edad de 40, y quién fue una reconocida astrofísica y cosmóloga. Se llamaba Beatrice Tinsley Hill. Tan famosa resulta ser que su nombre está en una cátedra de astronomía en la Universidad de Texas, en Austin, hay un premio de la American Astronomical Society resaltando sus logros, un asteroide fue llamado en su nombre, el 3087 y la Universidad de Canterbury fundó el Beatrice Tinsley Institute for New Zealand Astronomy and Astrophysics.
¿Quién fue Beatrice Hill conocida en los medios académicos por su apellido de casada: Beatrice Tinsley?
Beatrice Tinsley Hill nació el 27 de enero de 1941 en Chester, Reino Unido, la segunda de tres hijas de un clérigo galés (Edward Hill) y una madre escocesa (Jean Morton). Rowena es la hermana mayor. Su vida académica empezó en la Universidad de Canterbury, Nueva Zelandia, donde obtuvo su master en 1963 con un trabajo de tesis en el marco de la física de materia condensada aunque ya se interesaba en la cosmología, en ese entonces un área incipiente de la física. Se casó con Brian Tinsley, quién justo se había doctorado en ciencias atmosféricas y aceptó un puesto de trabajo académico en la sede de la Universidad de Texas en Dallas, USA. Es el año del asesinato de John F. Kennedy y el primer simposio de Astrofísica Relativista en dicha Universidad. Beatrice comienza su doctorado en esta área, siendo la primera mujer en realizar estudios en cosmología.
Es de señalar que en 1965 ocurre el famoso descubrimiento por serendipia de la radiación del fondo cósmico de microondas, realizado por los premios nobel Arno Penzias y Robert Wilson, el cual pavimentó el camino a la visión cosmogónica más trascendental que ha promulgado el ser humano: un universo en expansión y como señalaré más adelante, en aceleración.
En 1967, Beatrice Tinsley Hill culminó su doctorado con un trabajo de tesis pionero sobre la formación y evolución de las galaxias. Su disertación doctoral intitulada Evolución de las galaxias y su importancia para la cosmología (originalmente en inglés Evolution of Galaxies and its Significance for Cosmology) es considerada como un trabajo disruptivo, esencial y trascendental e impulsó el crecimiento de la astrofísica y la cosmología.
En esos tiempos las mujeres sufrían fuerte discriminación laboral y más aún cuando eran mujeres casadas con personas que ya ocupaban cargos académicos en las instituciones universitarias estadounidenses. Ocurrió entonces que los Tinsley, que habían adoptado dos niños, se divorciaron; en 1975, Beatrice Tinsley Hill obtuvo un cargo de profesora asociada en la Universidad de Yale y en 1978 fue elevada a la categoría de full professor, una de las categorías de profesorado más alta en una universidad. Lamentablemente ese mismo año se le diagnosticó un melanoma que la llevó a su muerte en 1981, a la edad de 40 años.
Beatrice Tinsley, poeta del universo
En su famoso ensayo La estructura de las Revoluciones Científicas, Thomas Kuhn, proporciona una sociología sobre cómo transcurren y se desarrollan las teorías científicas en diferentes etapas. Hay una fase de descubrimientos experimentales y conceptos revolucionarios que impulsan una nueva visión de la realidad física, por ejemplo, la radiación de cuerpo negro a mediados del siglo XIX y la introducción del concepto del quantum en el albor del siglo XX que conllevó al establecimiento de la teoría cuántica. Viene entonces una época de consolidación de los nuevos paradigmas científicos, es un periodo de tranquilidad hasta que irrumpen señales de resquebrajamientos, de irreverentes pruebas experimentales o cuestionamientos a ideas reconocidas. Allí entra el periodo de crisis que eventualmente conduce al rompimiento de los paradigmas establecidos y al inicio de una nueva revolución científica. En estos momentos, probablemente, vivimos una fase de consolidación en las ciencias física con algunos indicios de una crisis por venir.
Quizá uno de los más recientes descubrimientos en la física que bien pudiese ser considerado como un punto de quiebre en los paradigmas actuales de la física, sea el descubrimiento realizado en 1998 por el telescopio Hubble: nuestro universo en expansión también se está acelerando. En las postrimerías del siglo XX la expectación entre los cosmólogos era en ese momento que la expansión, en algún momento se ralentizaría, puesto que se esperaba que la fuerza de gravedad compensara dicha expansión. Esto conllevó a que el premio Nobel de Física en 2011 fuese otorgado a quienes dirigieron los equipos que detectaron este fenómeno, y ha abierto un extenso escenario de discusión para enmarcar teóricamente este hallazgo: el problema de entender lo que se conoce como la energía oscura, de dónde proviene, qué es y que lo explica, de ahí el epíteto de oscura.
Resulta ser que 23 años antes de éste descubrimiento, en 1975, Beatrice Tinsley Hill junto con su par J. E. Gunn, publican en la prestigiosa revista Nature un trabajo intitulado Un Universo en aceleración (originalmente en inglés An accelerating Universe) prediciendo el decisorio descubrimiento de 1998. En el resumen de ese artículo se lee:
La nueva información de los diagramas de Hubble, junto con las restricciones dadas por la densidad del universo y las edades de las galaxias, sugieren que los modelos cosmológicos más admisibles tengan una constante cosmológica positiva, sean cerrados y tan densos para formar deuterio en el big bang, y se expanden por siempre.
Es de resaltar el carácter científico de este trabajo al poner sobre la mesa posibles fallos (siempre hay que dudar) y dar primacía al debate y al cuestionamiento. La propuesta de Tinsley y Gunn, no era sencilla ni convencional, más bien adelantada y arriesgada para el momento: proponían un nuevo esquema del universo, jamás antes concebido y sólo rescatado hasta el descubrimiento del telescopio Hubble en 1998.
Nuestro universo es lo que se conoce en física teórica como un Universo de Sitter, caracterizado por una constante positiva responsable de una fuerza repulsiva que causa la expansión del universo y es contraria al carácter atractivo de la gravedad. Dicha constante positiva, conocida como “constante cosmológica”, fue introducida por Albert Einstein, cuando modificó sus originales ecuaciones de la relatividad general, en búsqueda de la descripción de un universo estático, que era la noción de universo aceptada en aquel tiempo. Curiosamente, el mismo Einstein lamentó que la mayor pifia fue el haberla considerado, pues, aquel supuesto máximo error suyo resultó ser una verdad a la larga. Nuestro universo es muy dinámico, expansivo y acelerado. Un aspecto de un universo acelerado es que una galaxia en un tiempo posterior estará más distante de lo que se había previsto en una expansión convencional, por lo tanto, esa galaxia escapará a cualquier intento de poder “verla” en un futuro. Para dar una idea, quizá muy primitiva, de un universo acelerado, imagínense que al lanzar un objeto al aire, en vez de seguir la máxima que todo lo que sube tiene que bajar, ese objeto se acelera y escapa inexorablemente a la gravedad de la tierra. Nuestro universo es el escenario de la lucha titánica de dos potencias: la gravedad versus la energía oscura, la atracción gravitatoria en contra de la repulsiva y revulsiva energía oscura representada en la constante cosmológica.
Es muy frecuente encontrar analogías literarias asociadas a conceptos y teorías científicas, verbigracia, el jardín de los senderos que se bifurcan de Jorge Luis Borges con la teoría cuántica. También podemos encontrar en la literatura la idea de un universo acelerado. Permítanme comentar el exquisito cuento los siete mensajeros (1942) del escritor y periodista italiano Dino Buzzati. En los siete mensajeros, Buzzati relata la partida de un príncipe para «…explorar el reino de mi padre, pero día a día me alejo más de la ciudad y las noticias que me llegan se hacen cada vez más escasas». El príncipe lleva en su comitiva siete mensajeros. El primer mensajero parte a la ciudad la noche del segundo día y «supe… que su rapidez había sido inferior a la prevista; yo había pensado que podría recorrer en el mismo tiempo el doble de distancia que nosotros; sin embargo solo había podido recorrer la equivalente a una vez y media». Más adelante, Buzzati precisa que «transcurridos cincuenta días de camino, el intervalo entre la llegada de un mensajero y la de otro comenzó a espaciarse de forma notable». La separación entre la ciudad natal y el príncipe se agranda, se expande, se acelera. Al final el príncipe se resigna a que el contacto con sus mensajeros se haya separado tan aceleradamente que finalmente «…pretendo que, cuando me hayan alcanzado de nuevo… no partan ya hacia la capital, sino que marchen por delante, precediéndome, para que yo pueda saber con antelación aquello que me aguarda». Pues entonces, miremos el futuro como lo veía Beatrice Tinsley Hill.
Como dice el querido amigo y crítico literario Diomedes Cordero, a los poetas, los genuinos poetas, lo que menos les interesa es lo que el lector pueda comprender de los poemas, lo más importante es la estructura y la novedad; si es así, Beatrice Tinsley fue colega de su hermana Rowena, una gran poeta: una poeta del universo. Recordando a Richard Feynman en sus famosas clases de física, cuando señalaba que «Un poeta dijo en cierta ocasión ‘Todo el universo está en una copa de vino. Probablemente nunca sabremos en qué sentido lo decía, pues los poetas no escriben para ser entendidos. Pero es cierto que si miramos una copa de vino suficientemente cerca, vemos el universo entero» , entonces, brindemos por Beatrice Tinsley Hill, una mente brillante, primorosamente adelantada a su tiempo y así mirar el universo entero por venir. Salud.
Referencias
- T. S. Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas, Fondo de Cultura Económica, 1982.
- James E. Gunn, Beatrice M. Tinsley, Nature, 257 (1975) 454-457.
- Dino Buzzati Los Siete Mensajeros, Papel Literario de El Nacional, Venezuela, del 14 de octubre de 2006.
- Richard Feynman, The Feynman Lectures on Physics Volumen I, edición bilingüe del Fondo Educativo Interamericano, 1972.
Un Poema de Rowena Hill
Raras veces veo
cada pequeño y banal detalle
y cada masa fea fabricada
apresados en la luz
de la mirada creadora,
iguales. Es demasiado difícil
cuando mi vida ha hecho un mapa,
mi vida, corazón, cuerpo, huesos,
de lo que han devorado los sentidos
y aprobado reiteradamente,
e identifico sus marcadores,
las semillas en la materia general,
para constelarlas alrededor mío
donde me muevo.
Afloran las luces enterradas:
un caballo zaino, una cúpula,
una vieja puerta de madera, alas extendidas,
torso de bronce, ola rompiéndose,
un sendero de montaña que invita:
un numero alto, no infinito.
Si ninguna está a la vista
pierdo solidez.
Incluido en Diario de viaje 2016 (poemas).
Adel Khoudeir es Profesor Titular de la Facultad de Ciencias y del Postgrado de Física Fundamental de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela; Lic. en Física ( Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela); Doctor en Física (Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela).
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LA VIDA DE BEATRICE TINSLEY HILL – REVISTA PERSEA <Liked it!
Gracias por el comentario y su propósito de difundirlo.
Excelente artículo. Hay que difundirlo