LA FÍSICA EN EL SIGLO XVIII ESPAÑOL. LOS PRECURSORES DE LOS NOVATORES

por | Feb 14, 2019 | CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD, HISTORIA DE LA CIENCIA | 0 Comentarios

LOS NOVATORES COMO PRECURSORES DE LA FILOSOFÍA NATURAL ESPAÑOLA DIECIOCHESCA

 

José Álvarez-Cornett

El ensayo Los novatores como precursores de la filosofía natural española dieciochesca, que forma parte de los antecedentes de La Física en España en el siglo XVIII, está dividido en cuatro partes: (1) Hacia el tiempo de los novatores; (2) Los novatores humanistas y médicos; (3) Las tertulias valencianas y los novatores físico-matemáticos y (4) Los precursores de los novatores. Cada semana publicaremos una parte, esta semana publicamos la cuarta parte: Los precursores de los novatores.

Ilustración de Ada Peña.

He estudiado al «Analysis Geometrica » de De Omerique y lo encuentro una obra juiciosa y de valor que responde a su título, porque expone el método de restaurar el análisis de los antiguos, que es más sencillo y más a propósito para un geómetra que el álgebra de los modernos. Así, su método le conduce más fácil y directamente a la resolución de problemas. Generalmente llega a resoluciones más sencillas y elegantes que las obtenidas con el álgebra.

Comentario de Isaac Newton sobre la obra Analysis Geometrica del prenovator Antonio Hugo de Omerique

 

Cuarta parte: Los precursores de los novatores

El lento proceso de asimilación de la nueva ciencia desarrollada en el norte de Europa comenzó en España en las décadas centrales del Seiscientos por parte de un minoritario grupo de cultivadores de la ciencia que aquí llamamos los precursores de los novatores o prenovatores.

Es necesario y conveniente señalar que hubo una cierta continuidad con el pasado y que los novatores de las últimas dos décadas del siglo XVII que ya hemos presentado tuvieron sus precursores en varios cultivadores de los saberes físico-matemáticos, entre ellos, Vicente Mut i Armengol, José de Zaragoza y Vilanova y Juan Caramuel y Lobkowitz. Los novatores españoles físico-matemáticos como Tomás Vicente Tosca y Mascó y Juan Bautista Corachán se consideraban herederos intelectuales de estos tres prenovatores y de otros más como Jean Charles de La Faille, Sebastián Izquierdo y Antonio Hugo de Omerique.

 

Vicente Mut i Armengol  

El astrónomo, matemático, historiador y militar, nacido en Palma de Mallorca el 25 de octubre de 1614, Vicente Mut i Armengol, en su estudio sobre fortificaciones llamado Arquitectura Militar (1664), por primera vez en España al tratar el tema de balística, aplica los conceptos de la cinemática galileana al estudio de la trayectoria de los proyectiles. También publicó tres obras sobre astronomía y otras obras de historia, en especial resalta su Historia del Reino de Mallorca (1650), táctica militar y fortificación.

Para el historiador de las ciencias Víctor Navarro Brotón, quien estudió la obra científica de Vicente Mut en su tesis doctoral (1978) y quien ha tratado exitosamente de reconstruir con rigor la historia de la actividad científica en España, el mallorquín Vicente Mut fue el mejor observador astronómico de la España del siglo XVII y su importancia como científico reside:

(…) sobre todo, en sus trabajos de astronomía, que lo convierten, sin duda, en el más notable de los astrónomos prácticos españoles del siglo XVII, junto a su discípulo y amigo José de Zaragoza. En este sentido, el estudio de la obra de Vicente Mut resulta indispensable para reconstruir el proceso de introducción en España de la «nueva ciencia».

Mut estudió humanidades en colegios jesuitas y por pocos meses llegó a ser miembro de la Compañía de Jesús. Posteriormente, estudió matemáticas y leyes y abrazó la carrera militar llegando a ser sargento mayor de Palma y también se desempeñó como abogado, contador, ingeniero y, desde 1641, cronista de Mallorca.

En la República de las Ciencias (el equivalente para las ciencias de la conocida República de las Letras), Vicente Mut mantuvo correspondencia con importantes científicos jesuitas como el polímata alemán Athanasius Kircher y el físico y astrónomo italiano Giovanni Battista Riccioli, conocido en la historia de la física por sus experimentos con péndulos y caída libre de los cuerpos y quien, según Christopher M. Graney, al parecer fue primero que Galileo Galilei en medir la aceleración de la gravedad.  Para Navarro Brotóns:

(…) la red de correspondencia astronómica centrada en Riccioli fue la más grande del siglo XVII, antes de la constitución de las grandes sociedades y academias científicas de ámbito estatal. Eso le permitió, a Riccioli, incluir en sus obras de astronomía y geografía hechos y teorías de un considerable número de autores europeos, y asegurar que los datos y las teorías circularan por toda Europa.

Riccioli incluyó en sus obras los métodos experimentales de medición y las observaciones de Vicente Mut:

En 1652 [Mut] estuvo en Madrid, donde realizó varias observaciones de eclipses, según consta por sus propios testimonios. De este hecho y de la referencia a una carta de un tal «Andreas Brisuela», en la cual éste le transmite los datos obtenidos por los padres jesuitas de Madrid sobre un eclipse de Luna, cabe pensar que mantuvo relaciones científicas con los matemáticos del Colegio Imperial [de Madrid]. No obstante, la mayoría de las observaciones astronómicas las realizó desde su ciudad natal, en colaboración con Miguel Fuster.

En su trabajo, Física y astronomía modernas en la obra de Vicente Mut, Víctor Navarro Brotóns, presenta los detalles sobre la obra de este científico mallorquino del siglo XVII.

En el tratado de fortificación titulado Arquitectura militar (Mallorca, 1664), al estudiar el tiro de proyectiles, Mut incorpora al estudio los conceptos de la dinámica galileana las cuales son las primeras referencias a la nueva mecánica en la literatura española del Seiscientos.

Diagrama presentado por Mut en Arquitectura militar para el caso del tiro horizontal. En donde analiza correctamente la trayectoria del proyectil en forma parabólica según el carácter mixto del movimiento y en la proporcionalidad entre los espacios recorridos y los cuadrados de los tiempos. 

Las tres obras de Vicente Mut sobre astronomía son: De sole Alfonsino restituto (1649) (Epístola sobre El Sol alfonsino restituido), el cual es una «investigación acerca del diámetro del Sol, de su paralaje y de la anchura de la sombra terrestre» y también una defensa de la vigencia de las Tablas Alfonsíes (las tablas astronómicas realizadas por orden de Alfonso X el Sabio en base a observaciones astronómicas realizadas en Toledo entre 1263 y 1272); la segunda es su obra astronómica más importante según refiere Navarro Brotóns, Observationes motuum colestium (1666) cuyo título completo traducido al español es Observaciones de los movimientos celestes con anotaciones astronómicas y diferencias entre los meridianos deducidas de los eclipses en donde Mut presenta los datos de más de veinte años de observación de los cielos — aunque muchos de estos datos astronómicos de Mut ya eran conocidos en Europa porque Riccioli los había difundido luego de recibir la correspondencia de Mut; y Cometarum anni MDLXV (1666), un texto de veinte páginas sobre el cometa de 1664, con algunas observaciones del cometa de 1665. Todas las obras están escritas en latín, el cual era el lenguaje científico y literario de la época, y fueron publicadas en Mallorca.

De acuerdo con Navarro Brotóns:

A través de Riccioli y de su correspondencia con otros autores como Kircher, Vicent Mut participó a la actividad astronómica europea entre Kepler y Newton.

Al mismo tiempo, con su obra e influencia en algunos autores españoles, como el matemático y astrónomo jesuita José de Zaragoza, contribuyó de forma notable a la renovación científica mallorquina y española.

Vicente Mut murió en Palma de Mallorca el 27 de abril de 1687.

 

El arcón de instrumentos matemáticos de Carlos II y su manual por José de Zaragoza.

 

Bernardo José de Zaragoza y Vilanova o Bernat Josep Saragossà

Otro de los prenovatores fue el jesuita, matemático, astrónomo y escritor español José de Zaragoza y Vilanova, nacido en Alcalá de Chivert, Valencia, experto en cometas, profesor de matemáticas en el Colegio Imperial de Madrid (una institución regentada por los jesuitas) y autor de varios tratados sobre aritmética, álgebra, geometría, trigonometría y arquitectura militar. Hacia el final de su vida también se dedicó al diseño y construcción de instrumentos científicos.

Zaragoza, que fue uno de los maestros de matemáticas del rey Carlos II (1661– 1700),  en 1675, por encargo, fabricó un juego de instrumentos, hoy pieza de museo llamada El arcón de instrumentos matemáticos de Carlos II el cual le fue regalado al rey cuando cumplió catorce años. Los instrumentos estaban acompañados de un texto con el título Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos.

José de Zaragoza estudió Artes y Teología en la Universidad de Valencia doctorándose en Teología. En 1651 ingresó en la Compañía de Jesús y durante toda su vida como jesuita combinó sus deberes religiosos con su amor por las matemáticas y la astronomía.

Su carrera como profesor la ejerció en los colegios jesuitas: Retórica (Calatayud),  Artes y Teología (Palma de Mallorca, 1655). Allí conoció al astrónomo Vicente Mut y a su colega Miguel Fuster y estos ejercen mucha influencia sobre él como científico, teólogo (Colegio San Pablo, Valencia, 1660) y matemático (Colegio Imperial de Madrid, 1670).

Vivió diez años en Valencia. Aunque formalmente solo enseñaba teología en el Colegio San Pablo, de forma personal y no oficial, se dedicó a investigar en matemáticas y a dar clases particulares de matemáticas y organizar «tertulias científicas que fueron germen del grupo de los “novatores” valencianos que habían de iniciar la renovación científica en Valencia en las últimas décadas del XVII». Entre sus discípulos estuvieron Félix Falcó de Belaochaga, José Vicente del Olmo, a quienes ya reseñamos en la tercera parte de este trabajo, el aristócrata Enrique de Miranda y otros matemáticos valencianos como Josep Chafrion y Francisco Serrano.

Como matemático, Zaragoza estudió y trató de recuperar la geometría clásica griega, en particular  «la recuperación del libro perdido de Apolonio (s III a C) Lugares Planos que trata sobre lugares geométricos que se resuelven en rectas y circunferencias» en sus investigaciones desarrolló el concepto del «Centro mínimo» de un sistema de puntos geométricos (el centro de masas de los físicos).

Para el historiador catalán de las matemáticas, Eduard Recasens Gallart:

Este original concepto de “Centro mínimo” es el fundamento de la principal obra de Zaragoza en matemáticas, la Geometria Magna in Minimis (Toledo 1674). En esta obra Zaragoza introduce por primera vez en geometría pura un punto geométrico que hace las veces del centro de gravedad físico de un sistema de partes pesantes. Demuestra con rigor euclidiano todas sus propiedades y lo aplica a la resolución de problemas ligados al cálculo de razones entre magnitudes geométricas. Con todo ello Zaragoza se anticipaba en más de un siglo al Cálculo Baricéntrico que Möbius desarrollaría en lenguaje algebraico en 1827.

La Geometria Magna in Minimis es sin duda un libro que merece su lugar entre los libros de geometría con originalidad que se publicaron en Europa en el siglo  XVII, sin embargo esta obra no tuvo difusión alguna y los hallazgos de Zaragoza pasaron desapercibidos en su tiempo y hoy, algunos de estos hallazgos llevan el nombre de los matemáticos que los redescubrieron con posterioridad. Un ejemplo de ello es la propia idea de aplicar el cálculo baricéntrico para el cálculo de razones geométricas que atribuimos a Möbius, otro ejemplo se encuentra en lo que hoy conocemos como “Teorema de Ceva” [la demostración del teorema le fue reconocida a Giovanni Ceva (1647-1734) por haberla presentado, en 1678, en su publicación De lineis rectis] en el que se da una relación que ya se encuentra en la Geometria Magna in Minimis y hay bastantes más.

En 1670, José de Zaragoza se trasladó a Madrid para ocupar una cátedra de Matemáticas en el Colegio Imperial. En Madrid también ejerció responsabilidades como cosmógrafo, inspector de minas y como ya señalamos profesor de matemáticas del rey Carlos II.

La mayoría de sus libros sobre matemáticas son textos de enseñanza de esta disciplina y muestran un esfuerzo pedagógico muy necesario debido a la pobre cultura matemática en España en el siglo XVII y a las necesidades del sistema de los colegios jesuitas los cuales, según el historiador inglés Henry Kamen, para el año 1600, solo en el Reino de Castilla, sumaban 100 colegios. Los títulos de algunos de sus libros son:

En Arithmética universal, por primera vez en España, Zaragoza presenta el algoritmo del matemático y criptógrafo francés Francisco Vieta para el cálculo de raíces de ecuaciones polinómicas (ver, fórmulas de Vieta) y en Trigonometria española…, por primera vez en España, explica qué son los logaritmos, cuáles sus principales propiedades, la manera de calcularlos y usarlos en la resolución de problemas trigonométricos y, como ya se mencionó, sus aportes originales a las matemáticas aparecen en su Geometria Magna in Minimis .

Eduard Recasens Gallart refiere que Geometria especulativa es una versión arreglada con fines didácticos de la parte geométrica de los Elementos de Euclides y que fue la obra de Zaragoza más difundida y utilizada en España y en la América hispana y, quizás por ello, en 1678, se publicó una nueva versión ampliada que llevó por título Euclides Nuevo-Antiguo. Geometria especulativa y práctica de los planos y sólidos.

En referencia a su obra astronómica, la mayoría textos para sus clases en el Colegio Imperial, quedó sin publicar excepto por la obra «Esphera en común celeste y terráquea» (Madrid, 1675) la cual, según Navarro Brotóns:

(…)fue una versión renovada y adaptada a los nuevos conocimientos en la materia de los textos tradicionales de la Sphera y es una muestra elocuente de la preocupación de su autor por difundir en el ambiente español los avances en el conocimiento científico(…)En la descripción de los distintos sistemas astronómicos incluye la teoría heliocéntrica de la que dice que «está condenada por la congregación de los SS. Cardenales Inquisidores como contraria a las Divinas Letras, aunque por modo de hipótesis o suposición pueden todos valerse de ella para el cálculo de los planetas, conque sólo se condena la actual realidad de esta composición, pero no su posibilidad».

(…) También comenta Zaragoza los nuevos descubrimientos astronómicos: fases de Venus y Mercurio, satélites de Júpiter y Saturno, manchas solares, relieve lunar y observaciones de «novae» y cometas, y discute sus consecuencias cosmológicas, aunque cautelosamente y no sin ambigüedades y vacilaciones. Así, aunque rechaza las esferas celestes y afirma que los cielos son fluidos y los astros corruptibles, sitúa a las «novae» en el cielo planetario para mantener sólido al firmamento. No obstante, apunta que es probable que sea fluido y que las «estrellas vayan por él como aves por el aire».

Sobre sus observaciones de cometas, la relacionada con el cometa de 1674 se conserva en un texto manuscrito de 50 páginas en la Academia de Ciencias de París. El texto, junto con sus observaciones, presenta las de otros astrónomos de su grupo de correspondencia, Navarro Brotóns señala que estos fueron: Vicente Mut, Enrique de Miranda, Miguel Fuster, el científico jesuita Claude François Milliet Dechales, el profesor de matemáticas del Colegio Romano Gilles-François de Gottingies y el astrónomo italiano Geminiano Montanari. Este es otro ejemplo que nos hace ver que no hubo tal aislamiento total de España en cuestiones científicas durante la decadencia relativa de España durante el siglo XVII como ya hemos apuntado. En este trabajo manuscrito Zaragoza:

(…)estudia el movimiento aparente del cometa y trata de analizar su trayectoria, concluyendo que ésta «se acerca más a la línea recta, y es un medio entre el circular y el rectilíneo» y añade «dejo el elíptico porque puede nacer de los dos» Sobre el «lugar verdadero» del cometa, Zaragoza demuestra que siempre estuvo «sobre la Luna», de lo que se deduce, contra «la común filosofía peripatética y su príncipe Aristóteles…» que los cielos son fluidos y corruptibles.

 

Frontispicio de la obra «Esphera en común celeste y terráquea» y la primera página del reporte de Robert Hooke sobre el cometa de 1677.

 

En cuanto a las observaciones del cometa de 1677, como lo reconoció el astrónomo italiano-francés Giovanni Domenico Cassini, José de Zaragoza fue el primero en observar el cometa de 1677 que apareció en los cielos europeos en la primavera de ese año y que también fue observado por el científico inglés Robert Hooke, el  21 de abril de 1677, quien lo percibió brillante como una estrella de primera magnitud pero con luz más débil. La observaciones de Zaragoza no fueron publicadas pero aparecen en una carta de Zaragoza a Cassini y fueron referidas por este en una memoria de la Academia de Ciencias de París, la carta se conserva en la Biblioteca del Observatorio de París y una copia del manuscrito está en la Academia de la Historia de España con el título «Observationes comeate habitae in oppido Argandae ab Astrophilo anno 1677».

Retrato de Juan Caramuel y el frontispicio de su obra Mathesis Nova.

Juan Caramuel y Lobkowitz

El filósofo, matemático y religioso de la orden cisterciense Juan Caramuel y Lobkowitz , nacido en Madrid, fue autor de muchísimos libros (262) en temas de lógica, combinatoria, probabilidad, física, astronomía, obras musicales, gramática, oratoria, metafísica y teología; sus trabajos más conocidos son Esphera en común celeste y terráquea, Mathesis biceps, vetus et nova (1667 —  1670), esta es una obra de 2000 páginas en cuatro volúmenes  (Mathesis  Vetus, Mathesis  Nova, Mathesis Architectonica y Mathesis Astronomica) y Arquitectura civil recta y oblicua (1678).  

De Juan Caramuel se ha dicho que es «uno de esos portentos de sabiduría y de fecundidad que abruman y confunden el pobre entendimiento humano». Para los autores de Juan  Caramuel y  el Cálculo de Probabilidades: «Mathesis  biceps, representa el  segundo tratado sobre el moderno Cálculo de Probabilidades de la historia después del de Huygens».

 

 

Frontispicio del tratado Pharus Scientiarum.

Sebastián Izquierdo

Otro precursor interesante es el filósofo y matemático, también jesuita, Sebastián Izquierdo, nacido en Alcaraz (Albacete), profesor de teología y filosofía en los colegios jesuitas de Alcalá de Henares y Murcia hasta 1661 cuando se traslada a Roma en donde fallece veinte años después. Sebastián Izquierdo es conocido por sus obras Pharus Scientiarum (Lyon, 1659) y Opus theologicum (1664), en especial por la primera obra en donde ofrece una teoría general de la ciencia (scientia de scientia), o sea, un tratado general del método del conocimiento científico el cual es parte de la historia de la lógica del siglo XVII. En Pharus, el padre Izquierdo, dedica un capítulo a la teoría combinatoria (Disputatio de Combinatione) en donde hace aportes originales. El padre Izquierdo define la combinación como una «agregación o colección de muchas cosas en varios agregados, según todas las diferencias posibles de los agregados, que de ellas se pueden hacer». Entre las aportaciones novedosas está la aplicación, con independencia del matemático francés Blaise Pascal , del triángulo aritmético para el cálculo de las combinaciones.

Para Navarro Brotóns, Pharus es:

(…)un inmediato antecedente del De Arte Combinatoria (1666) de [Gottfried Wilhelm] Leibniz [1646 – 1716]. Ambos escritos están animados de una misma intención de servicio a la lógica inventiva y, con ello, a la metodología de la ciencia. La obra de Izquierdo influyó en autores españoles contemporáneos y posteriores, como Caramuel, Zaragoza y los científicos valencianos de finales de siglo.

Pero estos y otros precursores, como lo afirma José María López Piñero:

No pueden ser considerados en sentido estricto cabezas del movimiento novator, entre otras razones, por la diferente resistencia que la renovación (…) encontró en este terreno [la físico-matemática] y en el de la medicina y los saberes químicos y biológicos relacionados con ella.

 

Aportes españoles a la geometría clásica

La física y las matemáticas en España durante el siglo XVII, y también durante el siglo anterior, son principalmente del tipo aplicado e instrumental para satisfacer las necesidades de la corona española en astronomía, fortificación militar, cartografía, navegación, ingeniería y comercio.

Aunque España no participó en el progreso que el álgebra y el cálculo estaban haciendo en Europa a lo largo del siglo XVII, con Juan Caramuel España hizo aportes a la probabilidad y con los matemáticos jesuitas del Colegio Imperial de Madrid, junto con Hugo de Omerique, a quien nos referiremos en breve, en Cádiz, España también hizo aportes a la geometría clásica.

Según el historiador, Eduard Recasens Gallart, en orden cronológico, los geómetras más importantes del siglo decimoséptimo en España fueron el francés Claude Richard, el flamenco (belga) Jean-Charles de la Faille o Jan-Karel del la Faille, los españoles José de Zaragoza y Hugo de Omerique, y el checo, nacido en Smržice, Moravia, Jacobo Kresa. Todos ellos trabajaron la geometría por medio de la teoría eudoxiana de las proporciones; teoría que aparece en el Libro V de los Elementos de Euclides en donde se hace un tratamiento general para las magnitudes geométricas. Menos Omerique, todos eran padres jesuitas y fueron profesores del Colegio Imperial de Madrid.

Estos geómetras también están considerados como precursores de los novatores. Ya hemos revisado la vida de José de Zaragoza y mencionado sus aportes a la geometría. A continuación presentaremos breves perfiles de los otros geómetras mencionados por Recasens Gallart.

 

Los Reales Estudios del Colegio Imperial

Antes daremos algunos datos sobre el Colegio Imperial de Madrid. Recordemos que la Compañía de Jesús fue fundada en 1540 por Ignacio Loyola. El Colegio de la Compañía de Jesús de Madrid se creó hacia el año 1560. En 1572 se establecieron en el colegio escuelas de gramática, retórica y teología. La institución de inmediato se convirtió en un centro educativo importante que tuvo entre sus alumnos a dos grandes de la Edad de Oro española: al ‘Fénix de los ingenios’, el gran poeta y dramaturgo Lope de Vega y al famoso poeta, escritor y dramaturgo, autor de El Buscón, Francisco de Quevedo. Luego, en 1609, la Compañía de Jesús decidió que en adelante el colegio se llamaría Colegio Imperial, y, en 1625, dentro del colegio, para la enseñanza de los hijos de los nobles y por deseos del rey Felipe IV, se crearon los Reales Estudios del Colegio Imperial.

En base a las primeras lecciones en los Reales Estudios, Lope de Vega redactó un largo poema para el acto oficial de apertura que se llevó a cabo cuatro años después en 1629 titulado Isagoge a los reales estudios de la Compañía de Jesús. Según Navarro Brotóns, los jesuitas, deseando prestigiar a los Reales Estudios llevaron a Madrid a científicos extranjeros de la orden con experiencia docente y reconocido prestigio. En 1629 Jean-Charles del la Faille y Claude Richard fueron nombrados catedráticos de matemáticas.

Retrato de Jean-Charles de la Faille realizado por el pintor barroco flamenco Anthony van Dyck (1599 – 1641) y frontispicio de la obra Theoremata de centro gravitatis partium circulis et ellipsis, 1632.

 

Jean-Charles de la Faille

Nacido en los Países Bajos Españoles, en la ciudad de Amberes, fue discípulo del matemático y geómetra jesuita Grégoire de Saint-Vincent y es conocido en la historia de las matemáticas por su trabajo en geometría sobre la determinación del centro de gravedad del sector de un círculo que dio a conocer en su libro Theoremata de centro gravitatis partium circulis et ellipsis, 1632 (Teoremas del centro de gravedad de sectores de círculos y elipses) y por ser un gran autor de textos educativos para enseñar matemáticas en el sistema de colegios jesuitas. Su obra en astronomía o cosmografía quedó solo en forma manuscrita (textos autógrafos y copias de los textos de sus clases).

Jean-Charles de la Faille enseñó matemáticas en el colegio jesuita de Lovaina (de 1626 a 1628) y, en 1629, fue nombrado miembro del Colegio Imperial de Madrid a cargo de la cátedra de matemáticas, en 1638,  cosmógrafo mayor del Consejo de Indias y, en 1644, preceptor del hijo bastardo del rey Felipe IV, Don Juan José de Austria a quien ya nos referimos en la primera parte. Como miembro del Colegio Imperial de Madrid también realizó algunas observaciones astronómicas, fundamentalmente de eclipses y cometas. Según el historiador, Víctor Navarro Brotóns:

Los textos que podemos atribuir a de la Faille de esta materia incluyen un Tratado de las Theóricas de los Planetas según las dos hipótesis moviéndose y estando quieta la Tierra; De los globos celeste y terrestre y Fábrica y uso del astrolabio de Juan de Rojas. También se conserva un tratado sobre la construcción de telescopios: Fábrica y uso del telescopio.

 En el tratado de las teorías o modelos de los planetas, de la Faille describe la teoría heliocéntrica y dice que es una «resolución escandalosa para los philósofos que se espantan por poco por su ignorancia de las matemáticas». Menciona a Copérnico y a Lansbergen. Después de describir el orden planetario copernicano, añade que en general los astrónomos aceptan actualmente que los cielos son fluidos y hace una crítica semejante a la anterior a los filósofos, que defienden «con las armas» la doctrina de la incorruptibilidad de los cielos. En apoyo de la teoría de los cielos fluidos, menciona las observaciones de los cometas, que se mueven por encima de la Luna con movimientos variados y diferentes de los planetas.

Jean-Charles de la Faille y otros jesuitas del Colegio Imperial contribuyeron a la introducción de la proyección de Mercator en las cartas náuticas españolas. La proyección de Mercator es una clase de proyección cartográfica ideada en 1569 por el geógrafo y cartógrafo flamenco Gerardus Mercator para hacer mapas de la superficie terrestre. Cuando Jean-Charles de la Faille falleció, en Barcelona el 4 de noviembre de 1652, al parecer, según lo señala el historiador José Simón Díaz, en su Historia del Colegio Imperial de Madrid, (1952, citado aquí por Horacio Capel), fue sucedido en el cargo por el jesuita flamenco, nacido en Amberes y también discípulo de Grégoire de Saint-Vincent, André Tacquet. Las notas biográficas sobre Tacquet consultadas por nosotros no dicen nada sobre la presencia de Tacquet en el Colegio Imperial.

 

Claude Richard

Nació el 10 de agosto de 1589 en Ornans, Doubs, Francia y falleció en Madrid, el 20 de octubre de 1664. En su juventud Richard acompañó al Conde de Cantecroix a un viaje a Venecia pero al pasar por Roma sintió un llamado a la fe y, el 8 de diciembre de 1606,  a los diecisiete años entró al noviciado jesuita en San Andrés del Quirinal en Roma. Al terminar su noviciado fue enviado a estudiar al Colegio Romano y, en diciembre de 1611, al Colegio Tournon  para continuar los estudios de filosofía y teología de donde se graduó como maestro de artes y en 1617 fue ordenado sacerdote. Richard se queda en Tournon en donde, entre 1617 y 1622, enseña hebreo y matemáticas. Posteriormente, la Compañía de Jesús lo envió a  Lyon en donde destaca en la enseñanza de matemáticas (1622-1628). Entonces, Claude Richard se voluntaría para ir a una misión a China. En enero de 1629 se dirigía a Lisboa, Portugal para tomar un barco para Asia, pero, al pasar por Madrid fue reclutado para enseñar matemáticas en el Colegio Imperial. Y por cuarenta años Richard (ahora conocido como Claudio Ricardo) enseñó matemáticas en Madrid, en el Colegio Imperial.

Según Navarro Brotóns, en Amberes, Richard publicó dos tratados de matemáticas: «Euclides elementorum geometricorum» (1645) y una obra con comentarios sobre el libro de Apolonio de Perga sobre las secciones cónicas (elipse, parábola e hipérbola) titulado «Commentarii in Apollonii Pergœi Conicorum libros 4», 1655. También realizó investigaciones en óptica y magnetismo y dejó numerosos manuscritos de astronomía, arte militar y otras materias.

Uno de los manuscritos preparado para sus clases es un…

(…) tratado de la esfera «leydo en Madrid a los señores pajes de Su Majestad el Rey Nuestro Señor, Don Felipe IV en el año de 1639». Sus ideas cosmológicas aparecen expuestas en un opúsculo sobre el cometa de 1652 y en varios manuscritos.

 En el trabajo sobre el cometa el jesuita describe las observaciones que realizó sobre el fenómeno entre el 20 y el 30 de septiembre de dicho año. Dice que lo observó «con los antojos de larga vista excellentes del Rey». Discute la «substancia de los cielos» y menciona observaciones de cometas, «novae», satélites de Júpiter y Saturno y la Vía Láctea, realizadas por Brahe, Galileo y otros autores, para defender la tesis que los cielos por donde se mueven las estrellas, planetas y cometas no pueden ser «duros e impenetrables».

Opina que la «materia de todas las estrellas, planetas y cometas es de fuego elemental» y que los motores de todos los astros son los ángeles. En otros manuscritos Richard discute con detalle la cuestión de la naturaleza de los cielos y defiende que estos son fluidos, que no hay esferas celestes y que en ellos se producen procesos de generación y corrupción, basándose asimismo en los trabajos de Tycho Brahe, Galileo y otros muchos autores. Aquí describe también los trabajos de Galileo sobre las manchas solares y explica el sistema de Tycho Brahe que le parece el que mejor da cuenta de todos los fenómenos sin recurrir al movimiento de la Tierra, inadmisible para un católico.

 

El matemático jesuita Jacobo Kresa (o Jakub Kresa, en checo) (1648  – 1715).

Jacobo Kresa

Según nos lo recuerda el profesor Víctor Navarro Brotóns, Jacobo Kresa ocupó la cátedra de matemáticas del Colegio Imperial de Madrid tras el fallecimiento de José de Zaragoza y regentó la cátedra por quince años, y añade:

Kresa detentó también el cargo de cosmógrafo mayor y durante algún tiempo residió en Cádiz, al parecer destinado a la Armada Real. En Cádiz Kresa dirigió varias tesis o certámenes matemáticos celebrados en el Colegio de la Compañía de esta ciudad, en el que se había creado una cátedra de matemáticas. La presencia de Kresa debió influir en el desarrollo de la actividad matemática de los jesuítas de Cádiz. De este ambiente surgió precisamente la obra más destacada de esta materia, junto a la Geometria magna in minimis de Zaragoza, de las publicadas en la España de la segunda mitad del siglo.

 

 

 

Navarro Brotóns se refiere a la obra Analysis Geometrica de Hugo de Omerique. Jacobo Kresa tradujo los  Elementos de Euclides (1689, Bruselas), en donde incluye dos problemas sobre rectas recíprocas resueltos por Omerique.  

 

Frontispicio de la obra de Omerique Analysis Geometrica, 1698. Der.: Frontispicio de la traducción al castellano de Jacobo Kresa de la obra Elementos de Euclides, 1689.

 

Antonio Hugo de Omerique

Veamos ahora el caso notable de este importante precursor de los novatores llamado Antonio Hugo de Omerique quien nació en Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, y se educó en un colegio de la Compañía de Jesús de esa ciudad. Hijo de Hugo Antonio y María David, miembros de una familia de comerciantes originaria de los Países Bajos españoles.

 

Transcripción por Jean Pelseneer del manuscrito en donde Isaac Newton se refiere a la obra de Hugo Omerique.

 

 

Primera página de la reseña de Analysis Geometrica en la publicación Philosophical Transactions, (1699).

Newton y Omerique

Un hecho interesante sobre Omerique fue descubierto por el físico belga Jean Pelseneer, quien después de obtener su doctorado en Bélgica, en 1928, viajó a Cambridge, Londres y Oxford en donde estudió obras desconocidas de Isaac Newton y Robert Hooke. A su regreso a Bélgica, en 1931, se dedicó a la historia de la física y las matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Libre de Bruselas. En una de sus investigaciones en Oxford sobre los copiosos manuscritos inéditos que dejó Newton, el profesor Pelseneer encontró el borrador incompleto, al parecer, de una carta, cuyo destinatario es desconocido, en donde Newton se refiere a la obra de Omerique Analysis Geometrica.

En 1930, en un artículo en la revista Isis, Une opinion inédite de Newton sur«l’Analyse des Anciens»à propos de l’Analysis geometrica de Hugo de Omerique (Una opinión inédita de Newton sobre el Análisis de los Antiguos a propósito del Analysis geometrica de Hugo de Omerique), el profesor Pelseneer publicó su hallazgo. Isaac Newton se refiere a la obra de Omerique en estos términos:

He estudiado al Analysis Geometrica de De Omerique y lo encuentro una obra juiciosa y de valor que responde a su título, porque expone el método de restaurar el análisis de los antiguos, que es más sencillo y más a propósito para un geómetra que el álgebra de los modernos. Así, su método le conduce más fácil y directamente a la resolución de problemas. Generalmente llega a resoluciones más sencillas y elegantes que las obtenidas con el álgebra.

Pero, hay más, en 1699, la revista Philosophical Transactions, órgano editorial de la Royal Society, publicó, en el volumen XXI, una reseña de la obra de Omerique la cual curiosamente se inicia en el mismo tono que el borrador de Newton. Otras explicaciones sobre esta reseña y sobre la obra de Hugo de Omerique las presenta el matemático Salvador López Arnal en Una breve carta de Isaac Newton.

 

Resumiendo, en la España de los Austrias hubo una cierta decadencia pero esta fue menos de lo que la gente se imagina y el aislamiento científico de España nunca fue total, existieron algunos aportes a la ciencia hechos desde España los cuales hemos reseñado en la serie de artículos Los novatores como precursores de la filosofía natural española dieciochesca.

Hemos terminado la serie con los elogios de Newton a Omerique. Para darle continuidad a la historia sobre La Física en el siglo XVIII español tenemos en redacción otra serie de artículos bajo el título Newton, España y la figura de la Tierra donde presentaremos la difusión de las ideas de Newton en Europa y, en particular, en España y revisaremos la participación del Imperio español en la determinación del problema de la figura geométrica de la Tierra.

 

Para saber más:

  1. Navarro Brotóns, V. (1979). Física y astronomía modernas en la obra de Vicente Mut. Llull. Boletín de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias Madrid 2(4), 43-62.
  2. Navarro Brotóns, V. (2014). Disciplinas, saberes y prácticas. Valencia, España: Universitat de València. p 496.
  3. Navarro Brotóns, V.  (1996). La ciencia en la España del siglo xVII: el cultivo de las disciplinas físico-matemáticas. Arbor: Ciencia, pensamiento y cultura 153 (604-605), 197-252.
  4. Bordas, C., Robledo, L., Knighton, T. (1998). Jose Zaragoza’s box: science and music in Charles II’s Spain. Early Music XXVI(3), 391-413.
  5. Hernández, N.(2012). Caramuel matemático, científico y filósofo de la cienciaCuadernos Salmantinos de Filosofía 39,101-136.
  6. Recasens Gallart, E. (2006). Geometrical studies in 17th century Spain and their counterparts in European mathematics. The Global and the Local: The History of Science and the Cultural Integration of Europe. Proceedings of the 2nd ICESHS (Cracow, Poland, September 6-9, 2006). Editado por M. Kokowski.
  7. Recasens Gallart, E. (1994). J.Zaragosa’s Centrum Minimum, an Early Version of Barycentric Geometry. Archive for History of Exact Sciences 46, 285-320.
  8. Navarro Brotóns, V. (1996). Los Jesuitas y la renovación científica en la España del siglo XVII. Studia historica. Historia moderna 14,15-44.  ISSN 0213-2079.
  9. Capel, H. (1980). La geografía como ciencia matemática mixta. La aportación del círculo jesuítico madrileño en el siglo XVII. Geo Crítica: cuadernos críticos de geografía humana 30. ISSN: 0210-0754.
  10. El reporte de Cassini sobre las observaciones del cometa de 1677 por Zaragoza aparece en Journal pour l’année MDCLXXVII (Paris, 1718), vol. IV, p. 120; Memoires de l’Academie Royale des Sciences, vol. X (Paris, 1730), p. 592.

 

 

 

José Álvarez-Cornett es Licenciado en Física (Universidad Central de Venezuela (UCV), 1981) con posgrados en Geociencias (Universidad de California, Berkeley) y Negocios (MBA, University of Southern California, 2000). Es geofísico petrolero, especializado en planificación estratégica y negocios Asia-Pacífico, estudió mandarín y cultura china en el Beijing Language and Cultural University (1992-1995). Ensayista, especialista en curaduría de contenidos – web information advisory – y estrategias de infoatención, profesor universitario (UCV) de historia de la ciencia y la tecnología, colaborador invitado en el Laboratorio de Historia de la Ciencia y la Tecnología del Centro de Estudios de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) e investigador principal del Proyecto VES. Además de la historia de la ciencia y la tecnología, está interesado en la cultura y culinaria asiática, el desarrollo sostenible, la prospectiva tecnológica y los futuros personales. Está en Twitter: @Chegoyo

 

AGRADECIMIENTOS

La Fundación Persea agradece la infinita generosidad de sus patrocinadores: Carlos Ortega Sr., Sobella Mejías, Héctor Pittman Villarreal,  My fit body project y Vicente Di Clemente (Estrella Gigante Roja en Patreon) .

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